Cuáles son las causas de la agresividad al volante

Oct
28

El mismo hecho de conducir está considerado una actividad que puede incrementar un estado emocional de estrés. Hay que estar pendiente y alerta de todo lo que puede suceder en la carretera: vehículos en dirección contraria y en el mismo carril, animales que pueden entorpecer el tráfico, factores climatológicos, peatones, señales de tráfico, límites de velocidad… Son muchos estímulos a los que hay que responder rápidamente, pues la vida propia y la de los demás depende de ello.

Por esto, cuando uno conduce puede notar como aumenta la vigilancia, que puede traducirse en síntomas físicos como un aumento del ritmo cardíaco, pulsaciones más rápidas o incluso tensión corporal. Son pequeños aspectos que pueden propiciar con uno salte a la mínima y se produzca una conducta violenta.

Pero, ¿a qué nos referimos con conducta violenta en el interior de un vehículo? Hay una amplia gama de conductas violentas que se suelen dar con frecuencia durante la conducción: insultos y amenazas, gestos, dar las luces o tocar el claxon sin que sea necesario, pegarse al culo del vehículo de delante por meter presión, etc. También tenemos que incluir como conductas violentas bajarse del coche a discutir con el otro conductor, una pelea física o verbal, entre otros.

La realidad, es que a veces no se necesitan grandes estímulos externos para que se produzca una conducta violenta mientras uno está al volante. Lo que verdaderamente es la mecha de que uno salte o no cuando ocurre algo nimio durante la conducción es el estado emocional del conductor.

A veces, el ser humano es una pequeña bomba de relojería en la que se acumula el estrés del trabajo, la presión económica y laboral, los problemas familiares, los conflictos personales, las prisas por llegar siempre pronto y sacarle el máximo jugo a la vida, la insatisfacción personal, el cansancio, la frustración. Una larga lista de emociones que no son el mejor equipaje para ponerse tras un volante y realizar cualquier tipo de trayecto, porque siempre puede haber un mísero detonante que haga que todo esto se desplace hacia otro conductor y encuentre una mala forma de salir a la superficie.

También es cierto que hay veces en que un mismo estímulo puede generar dos reacciones muy diferentes, todo depende de cómo reaccione el otro conductor. Es decir, no es lo mismo que un coche se incorpore mal provocando que uno frene y todos los nervios estén a punto de salir, si el conductor del otro vehículo se disculpa es más posible que todo se quede en nada pero si no se disculpa, es más probable que uno estalle.

Lo fundamental sería que pudiéramos ser conscientes, o un poquito conscientes, del estado emocional en el que nos encontramos. Saber cómo reaccionamos durante la conducción, ser conscientes de las transformaciones que se producen y poder mitigarlo dentro de lo posible.

 

Fuente: depsicologia.com

 

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