Factores psicológicos que afectan a la capacidad de conducción

Sep
3

Conducir un automóvil es una tarea compleja que requiere de cierto control en un entorno de continuo cambio, por lo que os podéis imaginar cómo las emociones entran en juego también en esta actividad.

La “transformación” al volante

Hace unos días me quedé pensando en una de las frases que suele decir una amiga cuando se pone tras el volante y comienza a circular, siente que “se transforma“. Sin sacarlo de contexto ni abarcar más aspectos personales de ella, me di cuenta de que no es la primera vez que escucho un mensaje similar, pues mucha gente siente, o dice de otros, que la conducción saca lo peor de sí mismos.

¿Has escuchado algo similar alguna vez? Seguro que en alguna ocasión has visto a alguien que suele ser pacífico y sereno, convertirse en una persona que pierde los papeles al volante (grita a otros conductores, se enfurece, critica cada movimiento del otro…).

Sin ninguna duda, las emociones forman parte de esta actividad y pueden afectar a nuestro nivel de conducción.

A pesar de que podemos sentir cierto control sobre el coche, hay factores externos que resultan incontrolables como son los factores ambientales o cómo circulan el resto de los conductores. Este hecho puede provocar estrés y tensión a la hora de circular, ya sean trayectos cortos como viajes largos.

Por otra parte, esa filosofía de vida actual de lo quiero todo y ya, en el que no existen más tiempos verbales que el momento presente y hay que vivir corriendo sin límites, muchos lo achacan a esa conducción riesgosa en la que los límites de velocidad se sobrepasan sin tener en cuenta nada de lo que se está poniendo en juego. Hay que llegar cuanto antes al destino, como si el camino mismo hasta ese lugar objetivo no pudiera ser también un trayecto del cual disfrutar.

¿Las enfermedades psíquicas pueden influir en la conducción?

Estudios recientes han afirmado que el tipo de personalidad afecta a su nivel de conducción y, por tanto, una variación de las probabilidades de accidente, siendo el perfil de malos conductores las personas más temperamentales, con cierta osadía y un comportamiento arbitrario las que suelen tener una probabilidad más alta.

A su vez, este estudio muestra cómo el avance de las enfermedades psíquicas en nuestra sociedad, también afecta a la capacidad de conducción. Por ejemplo, todos sabemos que hay determinados trastornos que afectan a la capacidad de concentración y, si tenemos en cuenta que la conducción no sólo es habilidad y coordinación motora, si no que requiere de un alto grado de concentración, estamos ante un factor que desestabiliza las posibilidad de conducción segura.

Una de las enfermedades más comunes en la depresión y alguno de sus síntomas (que no tienen porqué darse en todas las personas ni con un nivel de afectación similar) pueden afectar a esta tarea en concreto. Pensemos en la dificultad para poder descansar correctamente, el retardo psicomotriz, la ansiedad, la falta de concentración o problemas de atención pueden influir directamente en la forma de hacer tareas como ésta.

El estrés es otra afección emocional que puede suponer una disminución del control sobre la conducción. A pesar de que puede provocar un sistema de alerta muy avanzado con una gran capacidad de reacción, sin embargo se presentan otro tipo de emociones como la agresividad y la impaciencia, lo que se traduce en un comportamiento similar al que hemos descrito anteriormente.

Por otra parte, hay otros trastornos mentales en los que la posibilidad de conducción queda en manos de un psiquiatra, en primer lugar, que haga un juicio favorable sobre las capacidades psíquicas para conducir de una persona, después será un examen psicotécnico en el que se evalúe si está apto para la conducción. Por poner un ejemplo, los esquizofrénicos han de  pasar por esta doble evaluación.

Entonces, ¿se puede conducir?

Todo lo que anteriormente os hemos mencionado, son aspectos que debemos de tener en cuenta a la hora de sentarnos tras un volante, pues esto nos hará prever nuestro nivel de conducción y tomar la decisión oportuna. Por ejemplo, si un día estás demasiado estresado o nervioso, deja que sea tu copiloto el que lleve el coche, retrasa un poco la salida o escoge otro medio de transporte.

A su vez, aquellos que estéis tomando algún tipo de medicación, es fundamental que os fijéis en los efectos secundarios como las indicaciones pertinentes que os haya hecho vuestro médico de cabecera o psiquiatra cuando os la ha recetado. Hay medicaciones que pueden relajar demasiado, disminuir la atención y no ser aptas para conducir adecuadamente.

 

Fuente: depsicologia.com

 

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